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Domingo, 25 Marzo 2018 16:46

Semana Santa

Semana Santa es la oportunidad para recordar la vida y ministerio de Jesús de Nazaret.  De manera especial, los acontecimientos de su pasión, dramática  muerte y gloriosa resurrección. En Jesús de Nazaret, Dios se hizo ser humano, mostrando así su  mayor amor e interés por la vida de cada persona y de todo el género humano. Como no destacar todo lo que significó su vida, el enfrentarse ante la sociedad de la época, mostrar su amor, dignificar la vida de mujeres y niños, expresar su amor a los excluidos de la sociedad, ante tal realidad, cada acontecimiento, cada gesto nos invitan a hoy ser esos brazos de amor expresado a la comunidad, a ser la voz de los sin voz, a marcar la diferencia en nuestro entorno, ofreciéndole un espacio y un lugar de trascendencia en la vida, haciendo nuestro, en pensamiento, palabra y práctica, la vivencia del evangelio.

   "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, 

y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados."

1 Juan 4:10

 Dios tuvo tanto amor por cada uno de nosotros, que envió a su hijo, se entregó a si mismo por nosotros, se acercó a la humanidad. Ya no hay lejanía entro Dios y los seres humanos. Jesucristo fue nuestra mayor muestra de amor, El nos amó y así como el nos amó nos invita hoy a nosotros amarnos también unos a otros.

Si bien en Semana Santa recordamos el sufrimiento del Hijo de Dios, por el dolor de la tortuosa injusticia,  corrupta traición, tan característicos del odio humano, pero la muerte, el odio y el dolor fueron vencidos ya que Jesús RESUCITÓ al tercer día, demostrando así el poder de Dios, ese poder que hoy se ve demostrado en tantos milagros, sanidades, acciones generosas, amor Cristiano. 

Semana Santa es vida; celebramos la Resurrección, celebramos el amor, celebramos la victoria sobre la muerte.  Que este tiempo en familia sea un tiempo especial para agradecer a Dios, para reconocerlo y también para asumir los desafíos que el Evangelio nos invita; a ser luz en medio de tanta oscuridad, a tener esperanza, a tomarnos de su mano y caminar juntos la senda de la vida, confiados y seguros en ÉL. 

 

"Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro".(Romanos 8:37-39)